Dayrí Blanco. El Carabobeño 5 de Marzo de 2015.
Es su día libre. Juan Acosta se dedica a resolver varios asuntos pendientes. Tiene el presupuesto listo. Bien ajustado a su bolsillo. Pero no incluyó gastos que parecen insignificantes. Pagó 28 bolívares por menos de dos horas de estacionamiento en una clínica, le dio dos billetes de 10 de propina al joven que le limpió el parabrisas en el semáforo, se conmovió con la historia de una madre necesitada de medicinas y le regaló 50 bolívares, y al ver la hora se dio cuenta que no tendría tiempo de ir a comer a casa y pagó 350 bolívares en un almuerzo. En total gastó 448 bolívares adicionales, lo que representa el 240% de un día de su salario. Todo indica que el sueldo mínimo actual es de subsistencia.
Las cuentas son dramáticas. El salario mínimo atenta contra la calidad de vida de los venezolanos. Sus cinco mil 622,48 bolívares representan solo el 30,65% de la canasta alimentaria normativa, que el Centro de Documentación y Análisis de la Federación de Maestros (Cendas) calculó en 18 mil 342,96. Incluso el Instituto Nacional de Estadística (INE) reconoció que el salario estipulado por el Gobierno es insuficiente para cubrir necesidades básicas al señalar que se deben desembolsillar nueve mil bolívares para costear la cesta normativa.
Una hora de trabajo es remunerada en 23,42 bolívares, monto que no alcanza ni para comprar un café en una panadería. Pero esos 60 minutos de jornada implican unos 400 cauchos fabricados, más de 50 vehículos ensamblados y nueve mil kilos de detergentes producidos en las industrias de la región en condiciones normales, sin porcentajes elevados de caída en los procesos de manufactura.
El peor sueldo de Suramérica
Juan no se había percatado de esos montos. Hace magia cada quincena para poder cubrir sus necesidades básicas y las de su familia mientras que el Ejecutivo nacional insiste en afianzar la idea de que los venezolanos cuentan con el mejor sueldo mínimo del continente. Pero la realidad es que el país es el único en Suramérica que experimenta un retroceso salarial, seguido por Chile, que tuvo una variación de 4% del salario mínimo sin llegar a ser una contracción, en contraste con Brasil que es el país con mayor crecimiento de sueldos al registrar una variación de 92,5% en los últimos cinco años.
El concepto del salario mínimo en Venezuela y su masificación lo creó Carlos Andrés Pérez en su primer gobierno, cuando estipuló en ese momento que la remuneración básica para los trabajadores fuera de mil 200 bolívares, en una época en la que el dólar se cotizaba a una tasa de 4,30. En números redondos el sueldo era de 280 dólares. En la actualidad, a la tasa Simadi que en promedio se ha mantenido en 170 bolívares, con el incremento del salario que comenzó a regir el 1º de febrero se pueden comprar solo 33 billetes verdes. Esto significa que la remuneración que recibe Acosta en la fábrica de helados para la que trabaja se contrajo en los últimos 40 años en 88,21%.
El experto monetario José Luis Cordeiro explicó que los salarios no deben ser flexibles a la baja. Pero es un fenómeno que sucede en Venezuela. Recordó que Carlos Andrés Pérez al anunciar el sueldo decretó también que una arepa con queso costaba un bolívar, lo que quiere decir que en ese entonces se podían comprar mil 200 arepas y hoy el salario alcanza para 56, calculando el precio de cada unidad en cien bolívares. El poder adquisitivo está claramente en baja.
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