SINDICATO
UNICO DE TELECOMUNICACIONES
DEL ESTADO ANZOATEGUI
Afiliado
a la Federación de Trabajadores de Telecomunicaciones de Venezuela (FETRATEL)
Teléfonos: 0281-2694215
– 2694216 (Fax) – http://www.sutea.org/ Correo: suteanz@gmail.com
FUNDADO EL 22 DE
MARZO DE 1958
CHARRISMO SINDICAL
A finales de los años 40 el gobierno izquierdista de México
controló las demandas de los trabajadores, con una extraña alianza entre
“sindicalistas” y patronos, conocida en el mundo como el “Charrismo Sindical”,
un caso único de subordinación y entreguismo de la lucha obrera por parte de
sus dirigentes. El mecanismo ideal para ello fue el corporativismo: “un sistema de organización o pensamiento económico y
político que considera a la comunidad como un cuerpo sobre la base de la solidaridad social orgánica, la distinción funcional
y los roles entre los individuos”, donde no tenían cabida los
sindicatos autónomos, eran un obstáculo para la clase política y económica
naciente, y fueron saboteados por el “Charro”, el “sindicalista” Jesús Díaz de
León, leal al gobierno, con una estrategia de desprestigio y hostigamiento
hacia los sindicatos independientes y hacia los trabajadores, con detenciones,
despidos, ocupaciones de las sedes sindicales, desmejoras de los contratos
colectivos y creación de “Comités Seccionales Charros”, todo esto con la ayuda
del gobierno y conocidas como “Charrazos”. Se inauguró una etapa de injerencia
directa del poder gubernamental en los asuntos sindicales, llenos de violencia,
corrupción y antidemocracia, apuntalando la relación entre el gobierno y los
sindicatos, donde la acumulación de la riqueza y la distribución del poder se
llevaban a cabo a costa del lamentable empobrecimiento de los trabajadores.
El charrismo es ilegal, sus vicios de origen son la violencia y la
arbitrariedad, con violación permanente de los derechos sindicales de los
trabajadores, total abandono de los métodos democráticos, malversación y robo
de los fondos sindicales, tráfico deshonesto de los intereses de los
trabajadores, confabulación de los líderes espurios con el gobierno, corrupción
en todas sus formas y un férreo sistema de control que impide la participación
de sus afiliados en las decisiones que les afectan directa e indirectamente.
Los Charros aparecen como un ente todopoderoso capaz de someter a
miles y miles de trabajadores con sólo artimañas y medidas represivas. Revisan
y firman convenciones colectivas, aumentos de salarios, reglamentos internos,
códigos especiales, etc., sin someterlos a conocimiento, discusión y aprobación
de los trabajadores. Asimismo, permanentemente dan su apoyo incondicional a la
política del patrono.
Desde aquella fecha “charro”, “charrismo” y
“charrazos” forman parte del lenguaje de los sindicatos. El rasgo político
esencial del charrismo es la conjunción del corporativismo y el autoritarismo
gubernamental. Por ello no extraña que el llamado movimiento obrero sindical en
general sea omiso, obscuro y “pro gobierno” y jamás se ocupe de reivindicar
banderas de lucha en favor de los trabajadores. No obstante, cuando algún
dirigente brinca las talanqueras sin permiso le aplican todo el rigor de la ley
por cualquier forma de equivocación pública que haya cometido.
Para asegurar la lealtad del sindicalismo charro el régimen les ha
otorgado posiciones políticas o una carrera en la administración pública, que
les ha permitido hacerse cargo de Gerencias Nacionales, Regionales o Estadales,
Coordinaciones, Direcciones de Área, Jefaturas de Departamento, etc. Los
dirigentes charros se hacen ciegos y sordos ante las demandas de los
trabajadores, pero lo peor es que se vuelven serviles y, generalmente,
déspotas.
“Más
que por la fuerza, nos dominan por el engaño" Simón Bolívar
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