miércoles, 26 de junio de 2013

  SINDICATO UNICO DE TELECOMUNICACIONES
DEL ESTADO ANZOATEGUI
                                  Afiliado a la Federación de Trabajadores de Telecomunicaciones de Venezuela (FETRATEL)
                             Teléfonos: 0281-2694215 – 2694216 (Fax) – http://www.sutea.org/ Correo: suteanz@gmail.com
             FUNDADO EL 22 DE MARZO DE 1958

CHARRISMO SINDICAL
A finales de los años 40 el gobierno izquierdista de México controló las demandas de los trabajadores, con una extraña alianza entre “sindicalistas” y patronos, conocida en el mundo como el “Charrismo Sindical”, un caso único de subordinación y entreguismo de la lucha obrera por parte de sus dirigentes. El mecanismo ideal para ello fue el corporativismo: un sistema de organización o pensamiento económico y político que considera a la comunidad como un cuerpo sobre la base de la solidaridad social orgánica, la distinción funcional y los roles entre los individuos”, donde no tenían cabida los sindicatos autónomos, eran un obstáculo para la clase política y económica naciente, y fueron saboteados por el “Charro”, el “sindicalista” Jesús Díaz de León, leal al gobierno, con una estrategia de desprestigio y hostigamiento hacia los sindicatos independientes y hacia los trabajadores, con detenciones, despidos, ocupaciones de las sedes sindicales, desmejoras de los contratos colectivos y creación de “Comités Seccionales Charros”, todo esto con la ayuda del gobierno y conocidas como “Charrazos”. Se inauguró una etapa de injerencia directa del poder gubernamental en los asuntos sindicales, llenos de violencia, corrupción y antidemocracia, apuntalando la relación entre el gobierno y los sindicatos, donde la acumulación de la riqueza y la distribución del poder se llevaban a cabo a costa del lamentable empobrecimiento de los trabajadores.
El charrismo es ilegal, sus vicios de origen son la violencia y la arbitrariedad, con violación permanente de los derechos sindicales de los trabajadores, total abandono de los métodos democráticos, malversación y robo de los fondos sindicales, tráfico deshonesto de los intereses de los trabajadores, confabulación de los líderes espurios con el gobierno, corrupción en todas sus formas y un férreo sistema de control que impide la participación de sus afiliados en las decisiones que les afectan directa e indirectamente.
Los Charros aparecen como un ente todopoderoso capaz de someter a miles y miles de trabajadores con sólo artimañas y medidas represivas. Revisan y firman convenciones colectivas, aumentos de salarios, reglamentos internos, códigos especiales, etc., sin someterlos a conocimiento, discusión y aprobación de los trabajadores. Asimismo, permanentemente dan su apoyo incondicional a la política del patrono.
Desde aquella fecha “charro”, “charrismo” y “charrazos” forman parte del lenguaje de los sindicatos. El rasgo político esencial del charrismo es la conjunción del corporativismo y el autoritarismo gubernamental. Por ello no extraña que el llamado movimiento obrero sindical en general sea omiso, obscuro y “pro gobierno” y jamás se ocupe de reivindicar banderas de lucha en favor de los trabajadores. No obstante, cuando algún dirigente brinca las talanqueras sin permiso le aplican todo el rigor de la ley por cualquier forma de equivocación pública que haya cometido.
Para asegurar la lealtad del sindicalismo charro el régimen les ha otorgado posiciones políticas o una carrera en la administración pública, que les ha permitido hacerse cargo de Gerencias Nacionales, Regionales o Estadales, Coordinaciones, Direcciones de Área, Jefaturas de Departamento, etc. Los dirigentes charros se hacen ciegos y sordos ante las demandas de los trabajadores, pero lo peor es que se vuelven serviles y, generalmente, déspotas.

“Más que por la fuerza, nos dominan por el engaño" Simón Bolívar



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